martes, 16 de febrero de 2010

UGT ha aplicado el despido libre a 160 trabajadores de Fundescan (Fundación de UGT en Canarias)


El pasado 12 de febrero Ramón Rodríguez, Secretario para la Cohesión Social de UGT en Canarias, avisaba del riesgo de deflación en el archipiélago africano. Tras las peroratas de rigor, divagó sobre la dependencia insular del turismo y mostró su preocupación por la permanente destrucción de empleo en las islas.

Curiosamente el día anterior, el diario El Confidencial informaba que UGT había aplicado el despido libre a 160 trabajadores de Fundescan (Fundación de UGT en Canarias), lo cual pone de manifiesto, una vez más, que este sindicato hace lo contrario de lo que pregonan sus voceros.

En Fundescan, los trabajadores llevan tres meses sin cobrar, y están inmersos en un ERE de extinción de empleo, después de que la Fundación haya percibido subvenciones públicas durante catorce años. Un representante de los trabajadores afectados denunció que UGT practica una doctrina liberal en las relaciones con sus asalariados mientras exige, para disimular, que los trabajadores no carguen con el peso de la crisis. Para colmo, se han “perdido” ocho millones y medio de euros, de donde podrían haber salido los salarios que se adeudan y compensaciones indemnizatorias para los despedidos.

Por su parte, el presidente de Fundescan, y secretario de Formación de UGT en Canarias, le cargó el mochuelo a los gestores anteriores, a quienes acusó de haber realizado una gestión deficiente (dicho de otra forma: corrupción y robo) eludiendo su responsabilidad afirmando que él “había llegado en verano” y la cosa venía de lejos.

Fundescan fue creada por UGT en 1996 para orientar y formar a desempleados y, después de que Hacienda embargara sus cuentas bancarias, presentó en enero un concurso de acreedores. Es obvio que el Secretario para la Cohesión de UGT-Canarias (cohesionará cargos como el suyo, con el dinero de los presupuestos del Estado, digo yo), conoce la situación de esos trabajadores, pero la ignoró porque su “preocupación” por la destrucción de empleo habría quedado en entredicho. Ni los sindicatos de Franco llegaron tan lejos en cinismo y desvergüenza.