miércoles, 3 de septiembre de 2008

Estamos ideologizados.



Extraido de la web EN DEFENSA DEL ANARCOSINDICALISMO
http://sovmadrid.cnt.es/anarcosindicalismo.htm

Estamos asistiendo en los últimos tiempos a unas críticas, tanto de organizaciones o grupos ajenos a la Confederación como desde la propia CNT, contra las secciones de la AIT y contra la mayoría de los sindicatos de La CNT, a los que se les acusa de ser pequeños grupúsculos ideologizados y politizados, de no tener ninguna realidad social, de vivir de espaldas a la sociedad y a los trabajadores. Muchos de estos ataques vienen de la CGT y otras organizaciones, algunas de las cuales pertenecieron en su día a la AIT y han constituido un frente común para destruir a la AIT y de paso a la CNT. A este frente es al que se ha denominado internacional paralela y lo componen entre otras organizaciones: CGT de España, la SAC sueca, la CNT- Vignoles (Francia) y la IWW (USA).

Ellos, que nos acusan de vivir ajenos a la realidad, no dudan de inventar la realidad si es preciso para adaptarla a sus propósitos. Pero la realidad es la que es, lo que se trata en el fondo es de engañar, de manipular de confundir, de echar arena sobre los ojos de los demás para que no vean el engaño y la traición, se inventan datos, se inventan conflictos, todo en pro de conseguir la cuadratura del circulo; han llegado a la conclusión de que las ideologías estorban, sobre todo la anarquista. Están por la conquista del poder dentro y fuera de la organización y presentan como una novedad la anacrónica formula de conquistar el poder para cambiarlo desde dentro. Abogan por un sindicalismo neutro sin ataduras ideológicas, critican a la CNT y a la AIT de ser pequeños grupúsculos ideológicos y políticos. Si estamos ideologizados es porque tenemos una ideología, la anarquista; si estamos politizados, es en el sentido de que luchamos por unas ideas de transformación social, una alternativa a la sociedad capitalista actual, por el comunismo libertario, pero no en el sentido de lucha por el poder ni de participar en las instituciones burguesas, parlamentos, ayuntamientos o comités de empresa. Esto sí que sería una lucha estéril que nos llevaría inevitablemente a la integración en el sistema. Los que tanto nos critican no sólo han perdido la ideología sino también la vergüenza. Quieren asociar la ideología anarquista al fanatismo, al dogmatismo y al estancamiento, se quiere hacer creer sutilmente que las ideologías son un lastre, un impedimento para el crecimiento, para que las masas de trabajadores acudan a los sindicatos. Ahora de lo que se trata es de ser modernos, plurales, flexibles y heterodoxos para adaptase a los nuevos tiempos, para lo cual hay que sumar y unirse con quien haga falta, incluso con la CGT. Hay que abrirse al exterior, perder el temor a contaminarse, esto nos dará la unión y la fuerza, y, si es preciso, prescindir de esos elementos anarquistas ortodoxos anclados en el pasado, incapaces de adaptase a los nuevos tiempos. Hay que dejar a un lado las ideas, las utopías y los viejos sueños; ahora, de lo que se trata es de hacer un sindicalismo de verdad adaptado a la nueva realidad social, para salir de la marginalidad y del ostracismo y adaptarse una sociedad flexible y cambiante.

La CGT, ejemplo flagrante de adaptación a la realidad capitalista, de abandono y traición a todos los principios anarquistas y anarcosindicalistas, después de varias décadas de consumar su traición a la CNT y al anarcosindicalismo, ¿tal vez han conseguido atraer a las masas obreras y tener los locales repletos de trabajadores con cientos de miles de afilados? La respuesta es no, sólo han conseguido ser el furgón de cola de los sindicatos institucionalizados, incapaces de competir con los sindicatos amarillos, con las grandes burocracias sindicales, CCOO - UGT, a los que intentan imitar. Y después de tanta adaptación a la realidad y de haberse quitado el corsé de las ideas, ¿a dónde han llegado? A nada. A tener estructuras burocráticas y jerarquizadas, a tener jefes y liberados, a afiliar cargos políticos, policías y carceleros y aceptar subvenciones del estado, al que en el fondo sirven o pertenecen. Después de todo esto tienen la desfachatez y la poca vergüenza de seguir utilizando la terminología y los símbolos anarcosindicalistas como disfraz, como algo folklórico de lo que aprovecharse para engañar a los trabajadores, y tienen el descaro de reclamar la historia y el patrimonio de la CNT, de la que tanto han renegado y han traicionado. Si existen todavía es porque al estado le interesa utilizarlos para generar confusión, como freno del anarcosindicalismo y de la CNT, que es la única organización que aún continua siendo verdaderamente anarcosindicalista

Viva la CNT la AIT y el anarcosindicalismo.